Hablo atrapado entre cientos de motores encendidos
con la rabia de este sol indeseable
*
¿Sabes? A mí también me atraía esa lengua extraña, la que buscaba el ángulo preciso para desencajar tu alma. Hacía que tus recuerdos te relataran, una y otra vez, nuevas historias sobre ti. Quería mostrar que no solo Dios puede redefinir la muerte.
Ahora:
El niño emperador lleva siete días entre flores. La luz que lo rodea es brillante, casi tangible. Parece haberse materializado, y pesa en mi corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario