martes, 17 de septiembre de 2024

El mundo, lejos.



Un gallo ciego
canta en mi ventana
su intuición del sol.

45 rpm


*


El mundo, silenciado. Bebías el desencanto como si fuera una fuente de vida. Sabíamos que no todos volverían, pero ya no importaba. La dinastía del ave: colapsa, Los rostros caían como hojas muertas. Cantabas, y en tu voz ellos seguían vivos. Afuera, las banderas ondeaban. No reconocías una patria. Solo aire.


**


Tienes un rostro, aún lo sientes, pero es un secreto perdido, enterrado. El mundo te mira y ve al ave, un cuerpo único, enredado en su propia fábula. Mito. Carne y tiempo deshechos, envueltos en una fábula rota. Atrapados. Vibramos al borde, siempre a punto de desaparecer. Lo irreal nos devora.
 


90 rpm

No escuchábamos el mundo, tan sumergidos estábamos, bebiendo el agua de un desencanto precioso. No todos volvieron, y así fue. En la dinastía donde cultivábamos el encierro de las aves, los hombres dejaron de tener un rostro. Solo sus cantos se escuchaban, preservando su existencia. Las banderas se agitaban, pero no reconocías patria alguna. 
Sabes que aún conservas un rostro, pero es desconocido para todos. En el mundo, todos pensaron que tú y el ave eran la misma entidad, desconocida y extraña, sumergidos en el mito, entre lo imposible.

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