martes, 17 de septiembre de 2024

El mundo, lejos.



Un gallo ciego
canta en mi ventana
su intuición del sol.

45 rpm


*


El mundo, silenciado. Bebías el desencanto como si fuera una fuente de vida. Sabíamos que no todos volverían, pero ya no importaba. La dinastía del ave: colapsa, Los rostros caían como hojas muertas. Cantabas, y en tu voz ellos seguían vivos. Afuera, las banderas ondeaban. No reconocías una patria. Solo aire.


**


Tienes un rostro, aún lo sientes, pero es un secreto perdido, enterrado. El mundo te mira y ve al ave, un cuerpo único, enredado en su propia fábula. Mito. Carne y tiempo deshechos, envueltos en una fábula rota. Atrapados. Vibramos al borde, siempre a punto de desaparecer. Lo irreal nos devora.
 


90 rpm

No escuchábamos el mundo, tan sumergidos estábamos, bebiendo el agua de un desencanto precioso. No todos volvieron, y así fue. En la dinastía donde cultivábamos el encierro de las aves, los hombres dejaron de tener un rostro. Solo sus cantos se escuchaban, preservando su existencia. Las banderas se agitaban, pero no reconocías patria alguna. 
Sabes que aún conservas un rostro, pero es desconocido para todos. En el mundo, todos pensaron que tú y el ave eran la misma entidad, desconocida y extraña, sumergidos en el mito, entre lo imposible.

martes, 10 de septiembre de 2024

Gun Shop-East Geat, 1983



Caían sin vida, ligeros, hermosos. Quien miraba, de pie, era el espanto.

Los momentos memorables, para bien o para mal, siempre traen una canción. Pero ahora, solo hay ruido. La casa debería estar en llamas, los niños a salvo. Los garabatos en las paredes, perdidos. El regreso a la infancia es cada vez más lejano. La estática en el televisor me recuerda que los sueños ajenos derriban otra antena en la noche. Enciendo un cigarrillo, buscando que arda como el sol. El humo trama una canción. Bailaremos hasta desmayarnos.

El exilio. Las torres de tensión. El verano sin fin. Ensayabas, buscabas flexibilidad. La luz se fue por horas, y solo el ruido de ollas sustituyó a los insectos nocturnos. Bolas de fuego bajaban y subían por la calle, la estática llenaba el aire.
¿Lo entiendes? Los puentes al borde del colapso siempre me gustaron.

Monos enloquecidos gritaban desde las alturas.
Monos cazaban en las sombras.
Amarás cada fragmento de piel.
Nada en la tierra nos recuerda. Quizá solo el eco en la oscuridad guarda el miedo. Nuestro pasado, una serpiente que volaba. Una mitología de aullidos nos enseñó a matar.
Monos enloquecidos entre los recuerdos, ahora mitos. Buscan el rostro que los sigue en el silencio antes del error.

Desaparecemos para encontrarnos.
Nos tenemos, pero nunca es suficiente.
Hoy amaneció por capricho. Así cae la nieve, mientras cierras los ojos.

Las primeras infancias



Una mano, tan suave como la luz del sol.
Ahora lo recuerdo.
Quería disculparme.
A pesar de mí mismo.

*

Quizás por eso me eligieron: para recordar. Para mostrar, detrás de cada máscara, el rostro del olvido. Una vez más pruebo el sabor de este momento irrepetible, y me pierdo, de nuevo, en el color que elegiste para mí.

**

El vértigo es cómo entiendes el mundo. Te lo dije una vez: disfruta las caídas, ese instante donde ninguna respuesta satisface tu mecanismo torpe de sobrevivencia.
Sonríe, hasta romper la sonrisa misma.

miércoles, 4 de septiembre de 2024

Nos reducimos a uno

[…]

Tú no estás solo en el mundo
porque algún día encontrarás
un corazón a la altura de tu inocencia.
Oswaldo Reynoso.




En la laguna, los peces rompen la superficie. Oran a la luna que baja. El fondo se traga las dudas. Nadie enciende el fuego, salvo quien prefiere las sombras.

**

Escribo con la urgencia de estrellas que caen en los ojos de los niños. Giran en la tarde como hilos de luz. Los muchachos guardan un océano para especies en extinción. Llevan peces de colores para lanzarlos a las niñas, que vuelan como dientes de león por la ciudad. Amanecieron nube, cuando dios se escondía en una estación de tren. La lluvia temprana cubrió los circuitos de los hombres. Ellos fabricaban barquitos de papel para que los niños escaparan.

Vamos, hermano. Que el universo siga siendo fuente y esas botas, tu patria. Hoy terminé de leer las pinturas rupestres de tu viaje.

Las nuevas constelaciones no estarán en el cielo. Estarán en la tierra, donde cada cuerpo enfrenta la desesperanza. Amar el silencio de la calavera es esencial. Cada vértebra será un punto que dibuja una figura visible desde el espacio.

Hoy, quizás en Arequipa, en la niebla de Londres o en las azoteas de Shanghái, comienza su pulso. Escribe los nombres según los huesos. No olvides la pólvora en nuestras bocas. El estallido precederá la lectura. El camino que seguimos desafía al tiempo.

Mi hermano, un huracán que se fue lejos. Aun en las mañanas, escucho el canto de las aves en el ramaje de su ausencia. Brillaba como un sol entre las miserias. Tomé su luz para aprender su lenguaje. Yo no era la montaña ni el río que esperaban. Comencé a trazar un atlas estelar con los nombres de los desaparecidos, de los que fui, para intuir lo que se llevaron, lo que nunca sabré.

"Dile que lo que marchitó mientras soñábamos era el niño con un universo en el corazón. Ese pan no saciará el hambre de los desaparecidos. El canasto de la multiplicación no hará milagros por nosotros."

No olvides tu nombre, pequeña criatura. Eres la estrella que arde sin parar, la ola que arrasará todo, la mañana que se reflejará en nuestros ojos.

La primera constelación se llamó "El Sol Invisible."


martes, 3 de septiembre de 2024

Único no es igual a valioso, ¡ahora lo sabes¡




Hablo atrapado entre cientos de motores encendidos 
con la rabia de este sol indeseable

*

¿Sabes? A mí también me atraía esa lengua extraña, la que buscaba el ángulo preciso para desencajar tu alma. Hacía que tus recuerdos te relataran, una y otra vez, nuevas historias sobre ti. Quería mostrar que no solo Dios puede redefinir la muerte.

Ahora:

El niño emperador lleva siete días entre flores. La luz que lo rodea es brillante, casi tangible. Parece haberse materializado, y pesa en mi corazón.

lunes, 2 de septiembre de 2024

Los nuevos caminos



*
Lo espantoso de lo terriblemente bello:
Somos una estrella que se multiplica, mitad ceniza mitad latido.

**
Llevo días encerrado, viendo a dios desesperado por escapar de la habitación.
Pensé que esta vez podíamos llevarnos bien.
Pero dos balas no golpean dos veces el mismo lugar.