viernes, 18 de abril de 2025

Chapter 432: El cielo de las claridades



Introducción a la estética del delirio dedicada a M. Duras, nota encontrada en la habitación de Zé, paciente psiquiátrico de los niños eléctricos de Rostov.

***

Mientras esto sucedía, dos aviones desgastaban el cielo, aunque no pudiéramos verlo.

El polvo —reino verdadero de la memoria— convirtió esto en una planicie blanca, donde dos niños se alejaban sin retorno.
¿Recuerdas sus nombres?
Intento reconocer el último sonido, justo cuando la luz lo inundó todo. Pero ya habíamos partido. El humo del ferrocarril era golpeado por el viento.
Ahora pregunto, desde lo alto de este abismo, por el oficio del fuego. Por su obra sobre nosotros.
Ahora viajamos a través del mundo en busca de sus voces, no por la idea real de nuestros cuerpos, sino por la estela que dejaron.
La noche desenmascara la estática de nuestra mente.
Giramos. Engranajes imperfectos golpeándose entre sí.
Imaginamos a Bach, solo, atravesado por visiones submarinas.
Así sobrevivimos. Cerca de un año.
Cerca de una vida macerada en sal.
Nos alejamos de todo acto revolucionario de belleza.
Nadie olvidará aquella escena. 
Ningún ángel que haya sobrevivido podrá conservar la inocencia de nuestra violencia en los ojos.
Dos aviones en el cielo.
Un cielo que lo devora todo.

Estamos perdidos, buscando el camino hacia la infancia: por un bosque, una ciudad, un río o el fondo de un lago. Y contra ese horror —animal o mito— permanecemos entre estos maravillosos males. Aunque todo sea inútil.


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