Purificar el sol.
No su luz.
Su locura.
No su luz.
Su locura.
*
Cada mañana.
La misma jaula.
Me veo.
Animal reflejado
en el ojo de otro animal.
Los bosques ocultan a la bestia que llora estrellas amadas por los vencidos.
El hierro me habla desde su partícula más blanda.
Ahí reconozco a un hermano.
Meses de viaje han precedido cualquier intento de hacerme al agua.
Para redimir la ceniza,
preciado vagabundo,
he incendiado los pueblos que amabas.
Te he encontrado junto a su cabello,
rodeado de tus fantasmas,
escupiendo dientes:
puedo ver en ellos los caminos irreconciliables,
la nostalgia en la caída de la coca.
Sanos.
Ilesos.
Los he soñado.
No intentes en vano la dureza.
Te lo digo, hermano:
los gusanos que pudren cualquier fortaleza
prevalecerán ante tu voluntad.
Purificar el sol demente que nos embiste.
Purificar la fantasía que lo rodea.
Purificar el centro de su locura.
Diariamente asisto a verme cada mañana.
Diariamente en los ojos de los animales veloces
de la memoria.
No hay recuerdo que no te muestre
el fondo del lago que dejó de existir.
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