Ernst Hemingway sobre Francis Scott Fitzgerald:
«Su talento era tan natural como el dibujo que forma el polvillo en el ala de una mariposa. Hubo un tiempo en el que él no se entendía a sí mismo, como no se entiende la mariposa, y no se daba cuenta cuando su talento estaba magullado y estropeado. Más tarde, tomó conciencia de sus vulneradas alas y de cómo estaban hechas y aprendió a pensar, pero ya no supo volar, porque había perdido el amor al vuelo y no sabía más que recordar viejos tiempos en los que volaba sin esfuerzo».
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