jueves, 24 de abril de 2025

Malditos los que duermen


El hierro tiene voz.
Ahí estaba él.
Hermano.
Respirando dentro del átomo.




Sí. Un pez dorado se asfixia en el estanque de tu alma.

No hay corriente. No hay fuga. Todo permanece detenido.
Esto no es deseo: es pornografía.
El morbo, echado del jardín, se arrastra por los pasillos del recuerdo.

Recordé todo al ver el recorte amarillento.
Anunciaba la muerte del primer presidente latinoamericano
sacrificado sin causa. Sin juicio. Solo con la voluntad intacta
de quienes aún creen en el fuego.

Yo miraba el cielo como quien espera una revelación.
Las nubes brillaban: cuerpos lentos sobre la ciudad.
Una ciudad exhausta, que reflejaba su rostro en el vidrio sucio de los edificios.
El mundo era un solo obstáculo. Una dificultad sin nombre.

Mis amigos partieron sin dejar huella.
Busqué en todas las habitaciones del hospedaje,
cada año, cada invierno,
pero no encontré una sola voz que no fuese mi eco.

Un sol gastado me acompañaba en esta empresa sin sentido.
Un oficio absurdo: rastrear las preguntas que nadie responde.

Afuera, el zumbido de los satélites.
Dioses oxidados, colgando del cielo,
vigilando mis pasos con una calma insoportable.
Me recordaban que los quásares —tan lejanos, tan vivos—
siguen enviando luz aunque hayan muerto hace siglos.

Yo también sigo enviando señales.
Palabras lanzadas al abismo como botellas selladas.
Mensajes hacia el otro lado,
donde tal vez aún existe algo.

Un pez de color flota hacia arriba.
Nada en los ojos prohibidos de la vida.

domingo, 20 de abril de 2025

Chapter 232: Los sueños fallidos




No insistas.
La dureza es un mito.
La carne sabe.
Los gusanos
la recuerdan.





Esto es todo lo que tengo. El peso de una piedra en el pecho atravesando el jardín soñado, lamentando esta amplia sonrisa, que cuelga hasta el piso y continua su trayecto hasta desembocar en un río. Volteo nuevamente sobre el jardín para comenzar la cuenta sobre las piedras esparcidas, cuanta voluntad al momento de soñar sobre las brasas del mundo, sobre su aliento.

Los miedos nos abandonaron hace mucho tiempo, en su lugar el vacío se hizo uno. También pienso en los animales que abandonaron este bosque antes del incendio o los que murieron calcinados en el acto, en pleno movimiento en la noche de desconcierto.

Susurrándole a lo que pueda para poder continuar, tras el paso equivocado, antecedido y embriagado de la certeza luminosa. Los ojos continuaron su camino, adelante, en la montaña, atrás oíamos el chirrido de la carne chamuscada, del retozar de los maderos antes de rendir su materia a la ceniza. Nuestra imaginación fue el reino, a pesar de la existencia de otro mayor, ya asentado en la superficie infinita.




viernes, 18 de abril de 2025

La pobreza de tu palabra



Redención:
Quemar lo que amabas.
El precio de la ceniza.
El precio del nombre.


Venir aquí es jugar a la ruleta rusa pero con todas las balas cargadas. Aún así los veo llegar todas las noches. Si pudiera decir algo por ellos, si pudiera siquiera aproximarme a oír lo que sus dientes rechinan, pero no hay nada que pueda ni deba hacer.
Solo mirar como gira el tambor como gira la noche, verlos girar como astros desconocidos a punto de chocar.

: Chapter 643: El precio de la ceniza


Purificar el sol.
No su luz.
Su locura.
*
Cada mañana.
La misma jaula.
Me veo.
Animal reflejado
en el ojo de otro animal.


Los bosques ocultan a la bestia que llora estrellas amadas por los vencidos.
El hierro me habla desde su partícula más blanda.
Ahí reconozco a un hermano.

Meses de viaje han precedido cualquier intento de hacerme al agua.

Para redimir la ceniza,
preciado vagabundo,
he incendiado los pueblos que amabas.

Te he encontrado junto a su cabello,
rodeado de tus fantasmas,
escupiendo dientes:
puedo ver en ellos los caminos irreconciliables,
la nostalgia en la caída de la coca.

Sanos.
Ilesos.
Los he soñado.

No intentes en vano la dureza.
Te lo digo, hermano:
los gusanos que pudren cualquier fortaleza
prevalecerán ante tu voluntad.

Purificar el sol demente que nos embiste.
Purificar la fantasía que lo rodea.
Purificar el centro de su locura.

Diariamente asisto a verme cada mañana.
Diariamente en los ojos de los animales veloces
de la memoria.

No hay recuerdo que no te muestre
el fondo del lago que dejó de existir.

Chapter 432: El cielo de las claridades



Introducción a la estética del delirio dedicada a M. Duras, nota encontrada en la habitación de Zé, paciente psiquiátrico de los niños eléctricos de Rostov.

***

Mientras esto sucedía, dos aviones desgastaban el cielo, aunque no pudiéramos verlo.

El polvo —reino verdadero de la memoria— convirtió esto en una planicie blanca, donde dos niños se alejaban sin retorno.
¿Recuerdas sus nombres?
Intento reconocer el último sonido, justo cuando la luz lo inundó todo. Pero ya habíamos partido. El humo del ferrocarril era golpeado por el viento.
Ahora pregunto, desde lo alto de este abismo, por el oficio del fuego. Por su obra sobre nosotros.
Ahora viajamos a través del mundo en busca de sus voces, no por la idea real de nuestros cuerpos, sino por la estela que dejaron.
La noche desenmascara la estática de nuestra mente.
Giramos. Engranajes imperfectos golpeándose entre sí.
Imaginamos a Bach, solo, atravesado por visiones submarinas.
Así sobrevivimos. Cerca de un año.
Cerca de una vida macerada en sal.
Nos alejamos de todo acto revolucionario de belleza.
Nadie olvidará aquella escena. 
Ningún ángel que haya sobrevivido podrá conservar la inocencia de nuestra violencia en los ojos.
Dos aviones en el cielo.
Un cielo que lo devora todo.

Estamos perdidos, buscando el camino hacia la infancia: por un bosque, una ciudad, un río o el fondo de un lago. Y contra ese horror —animal o mito— permanecemos entre estos maravillosos males. Aunque todo sea inútil.


sábado, 12 de abril de 2025

Ray Loriga - Héroes


**

Toda la noche se convirtió en el traje del emperador. La chica preciosa que decía que nunca te dejaría ha encontrado otras macetas donde poner los pies. Hay algún tipo de alegría encerrada dentro de los coches, pero los coches pasan tan deprisa que sólo te quedan las luces rojas de los faros y eso no ilumina suficiente. Así que tienes el camino de vuelta a casa y el camino que marcan los perros que saben hacer trucos que ya nadie quiere ver.
¿Creías que iba a ser mejor?
Renegarás de todos los hombre que abraces esta noche pero no dejarás que alguna nueva desgracia te pille sola.
¿Recuerdas cuando sonreías todo el tiempo y no había un hacha capaz de cortarte la cabeza?
Todas las noches tienen cuerpo de mujer y cola de pez, pero al final sólo te acuerdas de las sirenas de los bomberos.
Después de verte las piernas hubiera jurado que corrías más deprisa. Supongo que no sienta muy bien haber perdido el camino a casa y tener que seguir andando hasta mañana como una completa desconocida.
Podía haber sido mejor para todos.
Pero ya sabes cómo son las canciones.

jueves, 10 de abril de 2025

Chapter 234: El viento que nos limpia el alma.



LA MISERIA DEL ORO QUE TE DESLUMBRA



Así comienza el día entre la "Corrupción de un Ángel" y "Mayonaise"
El poema de muerte compuesto por Mishima antes de practicarse el seppuku:
El hombre embravecido pronto al rumor del desenvaine
¿Cuanto ha soportado hasta ésta, la primera helada?
Aún, frente a quienes se agolpen despreciando el marchitar de la flor
Ésta, si un día ha de marchitar es porqué ¡bien flor ha sido!
y solo por su dignidad volará al tenue viento vespertino






Recuerda
los caminos donde el polvo respira como animal primordial.
Recuerda
el sabor de la última gota en la botella, sedienta de historias.

Recupera el aliento.
El ritmo frenético de los tambores corona la caída mutua.

Apresura el paso.
La noche siempre llega por el frente.

Cierra los puños,
como si arrancaras del vestido del cielo un recuerdo valioso.

Sálvate.
Te lo digo desde mi extravío en los cenotes.

Sálvate.
Deshazte de tus dientes y tu cabellera de fuego.
Deshazte de tus ornamentos de mendigo,
brillantes, hermosos,
de tus harapos endurecidos por el amor.

Apresura el paso.
Vienen por ti,
y el futuro necesita redención en tu ternura.

Sálvalos.
Jamás lo imaginaron.
Jamás te verán entrar en la tarde de todos sus anhelos,
como escena encintada de un crimen pasional.

Sálvalos de su locura.
Aligera su peso.
Carga sus sombras.

Pero recupera el aliento.
Camina.
Sigue la estrella que arde en su memoria.

Camina,
aunque se derrumben sus sonrisas de fantasía.

Cierra los puños.
Sueña.

Sálvate.
Piérdete en la deslumbrante travesía del mundo cuando desaparece.

Sueña.
Suéñate.
Suéñate bestia tierna.

Sueña
la hora dorada
donde la vida romperá tu cuerpo
como una ola.