No puedo escribir, no debo escribir, el sonido ha cesado, una brújula fuera de control gira frente a mi, los pensamientos no logran interrelacionarse. La música alta mientras mi hermano fuma en las escaleras del edificio, todo es cuestionable pienso mientras en mi mente se instalan estas palabras.
Por el veneno en el canasto de frutas; por sus dulzuras.
Los niños eléctricos de Rostov.
[...]
Esto es un susurro:
En un arrullo,
Pequeña, te entrego a la luz.
Deberá ser una flecha de luz,
Cuando los murmullos-
El balbuceo de los enamorados-
La encienda, ardiendo iluminada.
Osip Mandelstam (1937)
Cuatro columnas en el brazo amado, cuatro puntos cardinales que desaparecieron desde hace un año, ni hilo los días, las acciones involuntarias son más frecuentes y el sol no deja de arder en lo alto sobre cualquier pensamiento.
He conservado mis ojos de niño porque no hay nada mejor que deshacerse al frente de los parques poco frecuentados, admitiendo con culpa cierta humanidad que nos emparenta.
El día se detiene frente a mi ventana y una frase corona este momento extremadamente inútil.
We can be geroes just for one day
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