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Fue perfecto, porque tú mismo lo hiciste perfecto. No más historias ni juegos, ni abreviaturas de amor en el doblez de la violencia injustificada.
Había perseguido un sueño, por un túnel durante varios meses, una sensación similar a la salida de un astronauta de la estación estelar, era la que se formaba en mi mente.
Famoso o no, partiremos de este lugar. No tendría porqué aguantar gloriosas fabulaciones de pasiones inexistentes en las barras de los bares de la ciudad. Hazañas que nunca realicé.
Basura pura, pensé, de personas viviendo realidades alternas, escapes fantásticos a las responsabilidades y quehaceres del yo, pero ya estaba demasiado lejos para seguir perdiendo el tiempo en ello.
Al despertar ya había decidido dejar ese mundo, al que mi mente quería regresar testarudamente algunas tardes, pero el paso de los días habían levantado ese polvo característico de los caminos nuevos. Atrás, partes de mi que no volverían a ser uno solo conmigo mismo, se amontonaban como escombros.
Ahora la mañana se levanta con una fuerza inigualable, ya alejado de todo ese peso innecesario y sin sentido.
Al fin y al cabo los fracasados, sus amigos, siempre buscan consuelo en sus delirios, ese es su destino.