domingo, 31 de julio de 2022

El rojo atardecer de los simios

Tengo cicatrices donde debería llevar medallas.
Esta día lleva repitiéndose tercamente.
Ayer mientras mirábamos la luna caer sonrías, sonreías hasta ser un monstruo. 
-Sabes estás calles estuvieron inundadas de pasos hace unos meses, un patio donde juegan los niños a la hora de servir la mesa- 
Nunca entendí esas referencias tuyas hacia la infancia, pero un peso sobrehumano doblaba tu figura, a pesar de ello, te veías liviano, como si el alma fuera algo lejano para ti. Repetías, a veces tengo el cuerpo atravesado por una astilla, una que duele, creo que le llaman alma. Me mirabas con los ojos llenos de tarde y empezabas a correr. Casi todas las veces pude darte alcance, otras veces comencé a verte perder entre las calles y aparecer, los tiempos nunca tuvieron un sentido.

Tengo cicatrices donde debería llevar medallas, un alma donde debería crecer la hierba o donde deberían esconderse cangrejos de mar. Tengo un nombre que carece de sentido y todo el tiempo para pensar que esto no es un error. Todo este es mi tiempo.  

Instrucción 45: Volver al azul, cuando la mente no tenga una coordenada estable.   


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