Tengo cicatrices donde debería llevar medallas.
Esta día lleva repitiéndose tercamente.
Ayer mientras mirábamos la luna caer sonrías, sonreías hasta ser un monstruo.
-Sabes estás calles estuvieron inundadas de pasos hace unos meses, un patio donde juegan los niños a la hora de servir la mesa-
Nunca entendí esas referencias tuyas hacia la infancia, pero un peso sobrehumano doblaba tu figura, a pesar de ello, te veías liviano, como si el alma fuera algo lejano para ti. Repetías, a veces tengo el cuerpo atravesado por una astilla, una que duele, creo que le llaman alma. Me mirabas con los ojos llenos de tarde y empezabas a correr. Casi todas las veces pude darte alcance, otras veces comencé a verte perder entre las calles y aparecer, los tiempos nunca tuvieron un sentido.
Tengo cicatrices donde debería llevar medallas, un alma donde debería crecer la hierba o donde deberían esconderse cangrejos de mar. Tengo un nombre que carece de sentido y todo el tiempo para pensar que esto no es un error. Todo este es mi tiempo.
Instrucción 45: Volver al azul, cuando la mente no tenga una coordenada estable.