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Alta como mi desesperación, una mujer, en la noche, en las noches, con el sol siguendola de este a oeste, convertido en un pequeño animal domesticado y creyente de la anarquía de los necios, como mi desesperación y sus formas geométricas imposibles, en la paleta de colores de la oscuridad preferida, en los gobiernos decadentes de una igualdad atroz, comulga siempre entre el grito y el silencio más punzante de las profundidades de las entrañas obligadas a continuar. Un mujer alta y esbelta como un estatua de cobre sometida a las temperaturas de un amor de fundición, bajo el trabajo de miles de hombres sin nombre, pero con convicciones irrevocables.
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