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Dios ha tenido tantas oportunidades de saldar cuentas conmigo. Y las ha desperdiciado una a una, pienso que debe estar cómodo con mi existencia, creo que ha de ser feliz con la idea que tengo sobre él. Ahora yo lo dejo jugar como fuego artificial, hasta que cierre los ojo y desaparezca.
Él tiene una idea algo retorcida de la belleza y yo de la fugacidad de los instantes hermosos.
El nombre de la sombra, 1893 Kiev
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