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Esta mañana desperté, pensé de inmediato: "Oh dios otra vez sigo aquí". Algo anda mal, todo es perfecto, con ese brillo palpitante en las cosas rompiendo el compás de lo ordinario. Existe otro verdadero milagro, que pasa desapercibido cuando los sentidos están excitados. La imagen de la infancia me trae un claro recuerdo de los juegos mecánicos sobrevolando a pocos metros del suelo, pequeños vehículos de guerra. Ahora soy un solo ojo, uno inmenso y obsceno, tragando cada escena. Ahora que recuerdo y me alejo de ese brillo inolvidable como una herida guerra, recuerdo levemente la mano de mis padres, la risa de mis amigos, el escalofrío que me obliga a voltear y correr, fuera de ese campo de espanto.
La felicidad es un arma que enfría la vida.
La primera palabra del monstruo. Berlín 1743
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