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El dijo que tenía un don magistral, condiciones con las manos y dedos que no habíamos visto.
Chica bonita, no quiero hablar ni articular los días. He despertado temprano hoy, a la fuerza. Un cúmulo de tus mentiras, lo más asqueroso que he leído en mi vida, una y otras en tu delirio evidente.
Me siento feliz de haber podido abrir los ojos y ver como se secan las flores y tu torpeza clarifica el mundo, perfecto a la medida de tu estupidez.
Arde el recuerdo pero no brinda calor, nos falta el abrigo, la lengua que enterraste para que no pudiera nombrar cada una de tus cosas.
Disculpa, todo esto comenzó sin tu permiso, cuando todo giraba vertiginosamente allá afuera lejos de cualquier estación, mientras pensaba en tu angelical inocencia, tanto que llegué a creer que era un ángel, así como tú en los hoteles anónimos dónde te creías a salvó, pero yo estaba desnudo y hermoso en medio de todas las plazas coloniales que pensabas guardaban silencios preciosos, pero viniste con tus excusas, con sus brillantes alucinaciones, viniste aunque no pudieras tocarme.
Nueva York te dije, como si nombrara a un asesino serial.
Nueva York repleto de ángeles en speed.
Adivina el nombre que empieza a hacer espuma en mi boca.
¿Ésta es la rama que se quiebra por el peso del tedio?
¿Cuál de todas las bellas razones debería sacar a la luz?
Niña bonita los secretos los tengo enumerados como una lista de bellos momentos en los que no sabrás a dónde huir.