martes, 28 de febrero de 2023

La memoria del caracol - Ingmar Bergman

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Quería saberlo todo, a pesar del impacto. Hubo noches interminables donde la respiración era un caballo enloquecido, hubo noches interminables, donde asistíamos irreconocibles, mirando el mundo como dioses implacables, invisibles.
Era el nuevo mundo que deseábamos, eramos pequeños niños jugando con el botón equivocado, oh sí pequeña pronto nos crecerán alas como mala hierba, pronto es demasiado para nosotros. Avanza el día para ellos, mientras sonreímos enfermos de vida, mientras el humo sostiene el cielo de estas bestias inigualables.
Frenéticos por las avenidas de la niebla, preciosos elementos inestables, así conquistamos este pequeño reino, esta ruina indispensable. Vendíamos ilusiones sobre los puentes a los suicidas, el perfume del fracaso. En las ventanas todos gritaban desde sus almas vacías, ese silencio inconfundible fuimos, ese silencio precioso, antes de la caída. Prepara tu mejor sonrisa pequeña, ese vestido que arranca la cordura de los estúpidos, los techos de este pueblo dijiste, el ojo ciego del que muere atiborrado de cielo. No comprendí el sentido de los movimientos de este sol, no comprendí el propósito. Hubo noches interminables donde el hambre devoró la conciencia de las sombras, la memoria de los más astutos hombres de fe, quería saberlo todo, a pesar de los golpes, hubo noches interminables como estás a pesar del sol.


[Imagen: Edwin Ushiro]

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