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Y vuelvo a ladrarle a las ruedas del día que giran sin parar sobre mi cabeza, a morder ese sol que se me adelanta en el horizonte mientras corro como un loco, mitad sueño mitad rabia, cada mañana mientras descanso bajo la sombra esbelta de un cuerpo que ya no recuerdo más. Vuelvo a la locura de los ciclos marinos agitando las melenas de los amantes enamorados de las profundidades, sonriendo bajo el ancla de un solo nombre. Mientras todos caminan atravesados por una espina que llaman vida y de la que me deshago lentamente.
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