jueves, 9 de agosto de 2018

"La memoria de Claude Fradin en los jardines"

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He tocado la existencia de un cuerpo. Por su viaje he traducido en gran parte a una familia. Retorné a Roma cuando los botones reventaron y el perfume se esparció por toda la ciudad. Ahora las cosas no volverían a ser como antes. Ni orientaciones ni angustias, su paz se templó con el predicamento antiguo del agua. Era también el un descendiente del polen. No es más que un prisionero, no más que un caminante perdido. Si tan solo tuviese un arma, la voluntad de voltear y disparar, volver al día siguiente, rellenar el cuerpo de girasoles. Todo fue una mistificación absurda, los grabados maravillosos son efímeros, como aquella voz, la guerra hizo bella esta ciudad, la guerra hizo que los ojos cobren vida propia, que sean animales salvajes sin ataduras. Es tarde anochece en Yugoslavia y mi país me parece espejismo.

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