Nuevamente desperté sobre esta avenida, nuevamente con el mismo pensamiento enraizado semejante a una lanza me atraviesa este primer el sol, quizás el único desde la infancia perdida. Empecé a andar como si tuviera las respuestas a todas las incógnitas que tu música había dejado entre mis dedos, prometí a mis botas dar con algún paradero tuyo. Pero nunca el corazón tuvo un pájaro picoteándolo noche por noche, como si este fuera un fruto ya maduro destilando un néctar tristemente dulce, ahora canta una sola voz enloquecedora mientras fuerzo la memoria, mientras manipulo la realidad donde eres un campo minado. ¿Quién podría proporcionarme alguna razón para este lunes inacabable? Ya es tiempo de partir y todas las estaciones se han negado a abandonar tu cuerpo, que es un peligro, un ruina donde deambulas tratando de encontrar una casa que habitar. Se que ningún músculo ha dejado de manifestarme su furia, los tendones se han contraído, adoptando formas caprichosas que nadie entiende ni se percata de su determinación. Toda nación a sucumbido ante las trompetas que anuncian esta guerra, te escribo porque no sé hacer otra cosa, mientras el mundo llama a mi puerta desesperadamente, rasguña la puerta mi alma que presiente la determinación del que fue alguna vez con él. Nuevamente estoy perdido y la avenida que se alarga infinitamente, tiene mucho de nosotros. Estreno estos viejos ojos junto a ese gato al que odio profundamente en su lejanía. Todo tiembla, este dios no tiene las palabras exactas para mi, y su lengua es agua de mar frente a todo la ternura perdida. Temblamos juntos bajo un cielo de promesas dignas de la historia del nuevo mundo. Lejos de toda proyección insensata tomo su mano y digo que lo amo, como un ángel harapiento, un terrible ser del que su nombre esta emparentado con el desprestigio de un cielo despejado por el que acaban de pasar los aviones de guerra.
26 de septiembre del 1932
lunes, 26 de septiembre de 2016
domingo, 11 de septiembre de 2016
[Nota de guerra encontrada en Rostov]
[...]
Ella no entiende que los helechos se marchitan en su mejor estación, que escasea la lluvia a pesar de los días nublados. Por esta calle podemos ver morir al sol, una y otra vez como el recuerdo de mi padre sentado con su escopeta en el sillón familiar. Mientras los niños roban los autos de la cuadra para ser estrellas empotradas en las autopistas. 1989 veces tu nombre subversivo pintado en las paredes de la ciudad, sin descanso hasta el día de hoy. La policía nunca tuvo una descripción acertada de lo que ocurrió. Podría permitirme para bien de nadie este pedazo de cielo. Ayer lo quisiste rojo. Durante toda la guerra armada, a pesar de los peligros. 1989 pensamientos incendiarios en la unidad de la muerte. Sin causar disturbios entro al día ordenado como la mesa del comedor diario. Impecable a pesar de la pólvora y las flores. Y las esquirlas del día en el lomo de la bestia que besa tu frente y recuerda todos los estallidos que han llegado a conformar una melodía de Stravinski. Siempre serás un demonio a pesar de tus alas y la blancura de tus harapos, me susurras al oído. Siempre serás ese pasajero que perdió el boleto de regreso. 1989 palabras para un himno que solo los mudos podrán entonar en tu nombre, en mi nombre, sobre todo lo que se lleva por delante el futuro que es una navaja.
Ella no entiende que los helechos se marchitan en su mejor estación, que escasea la lluvia a pesar de los días nublados. Por esta calle podemos ver morir al sol, una y otra vez como el recuerdo de mi padre sentado con su escopeta en el sillón familiar. Mientras los niños roban los autos de la cuadra para ser estrellas empotradas en las autopistas. 1989 veces tu nombre subversivo pintado en las paredes de la ciudad, sin descanso hasta el día de hoy. La policía nunca tuvo una descripción acertada de lo que ocurrió. Podría permitirme para bien de nadie este pedazo de cielo. Ayer lo quisiste rojo. Durante toda la guerra armada, a pesar de los peligros. 1989 pensamientos incendiarios en la unidad de la muerte. Sin causar disturbios entro al día ordenado como la mesa del comedor diario. Impecable a pesar de la pólvora y las flores. Y las esquirlas del día en el lomo de la bestia que besa tu frente y recuerda todos los estallidos que han llegado a conformar una melodía de Stravinski. Siempre serás un demonio a pesar de tus alas y la blancura de tus harapos, me susurras al oído. Siempre serás ese pasajero que perdió el boleto de regreso. 1989 palabras para un himno que solo los mudos podrán entonar en tu nombre, en mi nombre, sobre todo lo que se lleva por delante el futuro que es una navaja.
11 de septimbre del 2016
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