martes, 27 de octubre de 2015

Día -14: El perfil de Leningrado

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Ardieron hasta que solo quedaron cenizas blancas. 

No volvieron a coincidir. Los alpes en la memoria no son imposibles. Lo repito una y otra vez. Cuando la noche en el mundo es solo una escotilla. Podría andar por sus bordes toda eternidad. Amanece. Coincide la estación de otoño con la fundación de la niebla. Regresar. Nos reagruparmos en el skyline de Praga o Leningrado. Nada hace pensar que ella tuvo un lugar en esta especie. De todos los retratos que guardo quizás este sea el más difundido. La revolución de Octubre. Los vientos huracanados. Y nosotros desprovistos de cualquier augurio. Éramos un espectáculo tierno en las calles. Rojo de ira. Amos de la última porción de luz. El gesto altivo de las aves atravesando la plaza. Desde lo más alto. Antes de caer. Estamos arruinados sosteniendo una isla que todos admiten imposible. Música rancia que no llega a alcanzar este brillo inusitado. Llega el primer canto en este carro blindado a iniciar la revuelta sobre la vida cotidiana. Inigualables payasos ensayando la sonrisa que ha dado el verdadero nombre a esta ciudad. 


Los secretos del Ermitage, 1845





lunes, 26 de octubre de 2015

Día 46: La fortaleza del pánico


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Había perdido el motor izquierdo. El humo negro congregado. Lineal cardumen disipándose. En el centro del cielo. Típico resplandor del pánico desde la tierra. Giraba sin norte. Pequeña. La luna es diminuta cuando pienso en lo que nos hiciste. Grabo los datos. La caja negra es mi nueva memoria. En los noticieros nos escucharán como nunca. Mi extensión perversa.
Hablaré y tus ojos brillarán. Nos buscarán sin cansancio.
Siéntate tengo una buena historia para pasar la noche.
Mientras nuestros cuerpos son el siniestro que planeamos.
Mientras todos desencajan sus bocas al encontrarnos.
Al entender el mensaje.



jueves, 22 de octubre de 2015

Día xxz: Las campanas de niebla

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Regreso a la mío a las apuestas, al hipódromo. A las butacas sucias y vacías. A ver a mi viejo caballo. Famélico y cansado. Regreso para verlo trastabillar por los carriles infinitos. Sin voluntad. Convulsionando en cada tramo. Qué bello es ver morir un caballo. Una bestia inigualable. Qué bello es ver morir al caballo que amas. Su pelaje brillante solo visto por tus ojos. Qué bello e irónico. Abrazar lo que pronto está por partir. Y no poder sujetar lo que se va y desconoces por completo.

martes, 20 de octubre de 2015

Día 76: Memorias Geométricas


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Mi hermano, imposible en la nomenclatura humana. Raíz fundamental en lo incierto. Bailamos toda la noche, hasta que el negro fue el reino absoluto. Balancearse. Tomar la cuerda girar como monos. Juego artificiales incandescentes en la memoria. El olor del licor y la canela. Este traspié fue el mejor paso de la historia. Después de aquel aparatoso accidente de la bella princesa de la realeza. No me detuve sino hasta que ya no hubo noción del camino. Entonces supimos con certeza el movimiento de cada planeta. Nos deslizamos sin problemas montaña abajo. Prometiste hablarme de cada especie, aún de las no observadas por el hombre. Pero mi pregunta era mayor. Qué podría decirse de nosotros. Hablamos de ríos que devoraban poblados enteros. Quizás comprendí. Este acercamiento al sol. Ese dolor que acompaña a los que no han iniciado el viaje. Pero transparentados en respiración novísima de la tierra. Avistamos nuestras sombras. Las bandadas de papagayos huyendo. Golpeándose entre sí. En el desconcierto. Ceremony en nuestras cabezas después del estallido de los parlantes. Todas las botas hundiendo la tierra. Recuerdas el sonido seco en la nuca. Te vi ligero. Acompañado de las plumas de colores que caían. Momentos después de el acto de magia. Momentos después de abrir todas las puertas. No queríamos ningún sol en la habitación. Alternancia de luces indescifrables. Fue un accidente donde nuestros nombres quedaron grabados. Héroes mediocres. Nadie habla de estas hazañas. Qué podría decirse de nosotros. Saltando entre las ramas de la mañana clandestina. Yo tartamudeo la melodía que hace que sepamos la distancia que nos separa. El río se ha llevado las voces de los niños para esparcirlas por la selva y los alto parlantes.



Manto pre-inca.


sábado, 10 de octubre de 2015

Día 2: El asesinato de Rothko

Este libro termina en un banquete caótico. En una especie de fiesta Báquica. 
Todos quieren respirar. Podría enumerar el número de constelaciones del cielo. 
Ella huyó antes de la última exposición. Simplemente desapareció. 
¿Conservas algún color de ella?
El cuchillo de luz se estrenó en Nueva York mientras dormías. 
Han aparecido dos libros desde entonces.
¿Sueñas? 
Aprecias el aroma de la mañana en las sábanas. 
Buscamos durante días alguna pista. 
Yo podía ver a través de ella. 
Podía ver los corales y los peces ocultándose de las miradas. 
Abría la puerta para que la mañana escape. 
Corría hacía el bosque a ocultarse. 
Yo no sabía nada de ella.


martes, 6 de octubre de 2015

Día 17: El secreto de Liu


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De donde vengo los gatos no son suaves nubes de algodón. Su ritmo es vertical sobre los cables de luz. 
De donde vengo el idioma es algo olvidado, el grito nos unifica en una sola piedra. 
De donde vengo la mujer que amo se balancea en los brazos de los desconocidos y pinta sonrisas con su rubor trasnochado. 
La duda lo envuelve todo es casi un animal cotidiano colgándose de las cortinas del día.


He salido a respirar un momento. 
Ha caminar con las restas en el pecho a llenar una vestimenta dorada para nadie. 

De donde vengo los besos se dejan secar en los tendederos como carne salada para ninguna estación.



domingo, 4 de octubre de 2015

Día 23: La memoria de la niebla


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Todas las flores que tatué en tu espalda se han marchitado. Así transcurre el tiempo ajeno a mis demandas y la improbable casualidad de encontrarte al voltear la esquina donde los ángeles son asesinados, Vuelvo al mundo. Al vértigo de esta torre de alta tensión, sobre los rieles de este bólido infernal que me conducen inevitablemente a una imagen borrosa de ti, esto es todo lo que encuentro en este reino de bestias. La canción que se arremolina en mi pecho pierde fidelidad, en este descampado donde los gatos juegan todas las noches y maúllan al dios de las espinas que se erizan en el momento del amor. Vuelvo la vista al cielo y me sumerjo en el día, con todas las dudas que la primavera ha instalado en mi jardín. Grito fuerte un nombre, el nombre que me dieron sin consentimiento, pero esta tarde magnífica prueba mi fugacidad y se solidifica para sostenerme en este momento en el que las mariposas son azotadas contra la pared donde un niño con una fuerza de voluntad inigualable derriba al sol.