miércoles, 12 de febrero de 2025

Tu derrota invencible

Tengo un idiota dentro de mí, que llora,
que llora y que no sabe, y mira
sólo la luz, la luz que no sabe.

Leopoldo María Panero





OH SÍ PEQUEÑA, ANDA, DISPÁRALE AL SOL


Llegaste tarde. Pero el cielo seguía ardiendo. Como un dios ciego que no sabe cerrar los párpados.
Desatamos las botas. Nos hicimos ligeros. Ian también lo fue cuando la bala le borró el nombre.
Bailamos toda la noche.
La oscuridad nos tragó cuando cruzamos las ventanas del edificio Ford. Tapiamos todo. Nos borramos los rostros. Nos hicimos sombra. Afuera, la ciudad ardía.
Trepar tu cuerpo fue trepar el árbol de mi infancia. Alto. Más alto. El vértigo olía a sangre.
Las imágenes se deshicieron. No hubo testigos.
Huesos rotos.
Sueños intactos.
—Ian, enciende la radio—.
Los bombardeos sobre Berlín están por comenzar.
El cielo se abre en un aullido metálico.
Ese árbol sigue meciéndome en sus ramas. Su corteza respira.
Nos vimos cuando ya habían retirado los cuerpos.
Los flashes nos devolvieron algo de vida. Por un segundo fuimos historia.
Nos envolvimos en periódicos viejos, en noticias muertas.
El humo ascendió, desafiando la gravedad del choque. El aire se llenó de cenizas y ratas.
—Qué hermosa es la materia dispersa de los cuerpos—.
El alma tiene una forma exacta cuando huye. Una sombra mordiéndose la cola.
Último aliento.
La exploración es la prioridad. Aunque griten. Aunque escupan los dientes al suelo.
He vuelto.
¿Negociar la guerra? No hubo detalles.
No quieres riesgos. La casa nos odia. Sus rencillas mastican las paredes.
Dios y los disparos de anoche. Dios y el eco de su cadáver en la escalera.
Pocos inocentes.
Nadie con un hogar al que volver.
Cenaremos temprano. Mientras los cimientos aguanten. Mientras el agua en el techo devuelva el olor de los jardines al colapsar.
Leningrado me hace pensar en los zares. Y en los perros de invierno lamiendo sus huesos.
Hay un país en Sudamérica que no puedo recordar.
Quizá ya no exista.
Quizá nunca existió.
La pobreza de su oro no nos alcanza. Somos mendigos de una ruina que aún no ha sido construida.
La palabra es la serpiente alada, la mujer que muerde los labios de su locura fecunda. Un grito que nadie entiende.
Los niños anudan galaxias a las colas de los perros que arden.
El espejismo humea. Y en su centro, la nada sonríe.
El corazón estalla en la tierra de lo improbable.
La luz traerá de vuelta los imperios donde el aire pesaba.
La copa del árbol que sostuvo al primer hombre. Su cuerda. Su revelación.
El resplandor que sedujo a la bestia que amaba en cavernas.
Esa sombra es mía. Mía. Mía.
Su perfección vacía dibuja mi forma.
El hablante de lo incierto.
—Ian, apaga la radio—.
Los oídos se llenan del cielo con la sinfonía de los bombardeos.
Todo es luz. Todo es sombra. Todo es ceniza.

viernes, 7 de febrero de 2025

La memoria del polvo 1934.

LOS EVANGELIOS DE LA IRA

[731]
Ojalá sea hoy.
De todas maneras siempre supe que ya era tarde,
pero ¿acaso esto significaba algo distinto para alguien?
De ninguna forma era así.
Los abismos con el tiempo llegan a ser tan comunes como la gente. 

[171]
—Yo también tuve miedo—
Pienso, cerrando los ojos, atragantado de luz.
Las moscas sobre los cadáveres siempre me recordaron un enjambre de abejas tras una flor:
La misma belleza terrible y feroz.

LOS PERROS ROMÁNTICOS

[...]
Podívejte se na mê
Podívejte se na mê
To monstrum ve mnê
Porád roste a roste


En aquel tiempo yo tenía veinte años
y estaba loco.
Había perdido un país
pero había ganado un sueño.
Y si tenía ese sueño
lo demás no importaba.
Ni trabajar ni rezar
ni estudiar en la madrugada
junto a los perros románticos.
Y el sueño vivía en el vacío de mi espíritu.
Una habitación de madera,
en penumbras,
en uno de los pulmones del trópico.
Y a veces me volvía dentro de mí
y visitaba el sueño: estatua eternizada
en pensamientos líquidos,
un gusano blanco retorciéndose
en el amor.
Un amor desbocado.
Un sueño dentro de otro sueño.
Y la pesadilla me decía: crecerás.
Dejarás atrás las imágenes del dolor y del laberinto
y olvidarás.
Pero en aquel tiempo crecer hubiera sido un crimen.
Estoy aquí, dije, con los perros románticos
y aquí me voy a quedar.

martes, 4 de febrero de 2025

Hay que imaginarse a Sísifo feliz


El mito sustituye a la historia porque ésta ya no existe para los indios, que fueron expulsados de ella por la fuerza de las armas y cuyo padecimiento físico y moral podría resumirse en una palabra: Humillación (Lassus, 1989, 122)





[333]

Un dragón asciende por mi cabeza. Es rojo, largo, lleno de colmillos y lianas. Su aliento quema mis párpados.
El miedo lo abstrae, lo alimenta, lo lleva de un lado a otro como un niño endemoniado.

Dijimos: pronto los viajes cesarán. Pero los caballos siguen corriendo bajo la tierra, las alas siguen batiéndose en la leche nocturna.

Cuando el mundo era reciente, nos enterrábamos hasta la cintura en la arena y veíamos los animales calcinados. Los relámpagos abrían su pecho. La aurora encendía sus espinas. Nos cubrían de oro, de óxido, de un resplandor venenoso.

Me llamo O.
Todo lo que ves no me pertenece.
El derrumbe acecha dentro de cada flor.

¿Cuál es el camino que recorres enloquecido, persiguiendo un perfume extinto?

El dragón desgarra mi espalda, avanza vértebra por vértebra,
me atraviesa como una flecha incendiaria.

Cuando cierro los ojos, me vuelvo un hilo de luz que atrapa el vacío en fragmentos.

W dice que flota sobre un infierno de flores.
No sé si lo notaste,
pero el espanto también tiene pétalos.
Púrpura, lila, descomposición.

Mi mandíbula giró 360° al amanecer.
Y vi.

Recuerdo recordar tu nombre,
cada vibración que detenía el vértigo,
el hilo dorado de saliva que unía tu lengua a la mía,
la idea de tu carne brillando en la penumbra.

¿También buscas tesoros en las sombras,
donde los ojos se hunden y olvidan lo cierto?

Esta procesión de sentidos atrofiados mece los juncos.
Allí, en la infancia, dormida y llena de insectos.

M,
la fortaleza que buscas está enredada en los cabellos
de una mujer que es mil mujeres de humo.
Sus bocas narran,
sus bocas muerden.

También secuestraron el mar que otros soñaron,
antes de que se estrellara contra las piedras.

sábado, 1 de febrero de 2025

Tenemos el arte para que la verdad no nos mate






Tú eres lo único que está mal en mi vida.
Toda verdad está fundamentada en la derrota.

[543]

Amo la libertad de encontrar dementes ardiendo en sus sueños 



[234]

Seis lunas sobre el mar 
Sobre las alucinaciones más brillantes de nuestro organismo palpitante 
a toda velocidad sobre nuestros órganos luminosos
Si caen ante nosotros 
Nos recostaremos junto a ellos toda una eternidad.



[326]
 
Revestido de un dulzor único, este transito sanguíneo encuentra en mi su cause, amansadas las calles por el tedio, mientras el giro permanente de una moneda en el aire, va decidiendo las cuestiones más elementales, que prolongan la vida innecesariamente. Aturdido de nuevo por los motores que respiran diariamente en mi ventana, como el acto más humano, desbarato mi reino de fugacidades. El laberinto no es más un tormento, sino el lugar exacto para la reconciliación, entonces extiendo mi mano para entender en toda su dimensión las secuelas de sus actos, en concordancia permanente con lo desaparecido. Entonces procuro para mi la permanencia de las causas irreconciliables, alejado por siempre del fruto de la rama más alta donde la claridad maldice a la mente con la certeza de un solo camino.