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El sueño era repetitivo.
El agua estancada como la eternidad los reflejaba
Lejos pastaban búfalos jóvenes
La unión celebrada era entre bellas criaturas explosivas
Hombre y bestia en lo profundo del deseo
El sueño era la cumbre de la tensión de dos espíritus enfrentados
No existió jamás desenlace en la batalla
Ambos pertenecían al mismo acto de eternidad retorcida
Desde la niebla alcanzan a comprender sus victorias parciales
Nuevamente el duelo era ensalzado por el tedio de lo inacabable
Contra la voluntad propia se intenta el aliento último
Sonríen para sí mismos
Aspiran al sostén de sus apariencias
Decididos vuelven a encontrarse en una danza donde el ejercicio primordial los envuelve en un aprendizaje de fracasos
La belleza es inútil ante los imperios que se derrumban por amor
[cada paso reconstruye la ruina]
[sobre la que el paraiso se asienta]
Jim Morrison, Teotihuacan
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