martes, 20 de octubre de 2015

Día 76: Memorias Geométricas


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Mi hermano, imposible en la nomenclatura humana. Raíz fundamental en lo incierto. Bailamos toda la noche, hasta que el negro fue el reino absoluto. Balancearse. Tomar la cuerda girar como monos. Juego artificiales incandescentes en la memoria. El olor del licor y la canela. Este traspié fue el mejor paso de la historia. Después de aquel aparatoso accidente de la bella princesa de la realeza. No me detuve sino hasta que ya no hubo noción del camino. Entonces supimos con certeza el movimiento de cada planeta. Nos deslizamos sin problemas montaña abajo. Prometiste hablarme de cada especie, aún de las no observadas por el hombre. Pero mi pregunta era mayor. Qué podría decirse de nosotros. Hablamos de ríos que devoraban poblados enteros. Quizás comprendí. Este acercamiento al sol. Ese dolor que acompaña a los que no han iniciado el viaje. Pero transparentados en respiración novísima de la tierra. Avistamos nuestras sombras. Las bandadas de papagayos huyendo. Golpeándose entre sí. En el desconcierto. Ceremony en nuestras cabezas después del estallido de los parlantes. Todas las botas hundiendo la tierra. Recuerdas el sonido seco en la nuca. Te vi ligero. Acompañado de las plumas de colores que caían. Momentos después de el acto de magia. Momentos después de abrir todas las puertas. No queríamos ningún sol en la habitación. Alternancia de luces indescifrables. Fue un accidente donde nuestros nombres quedaron grabados. Héroes mediocres. Nadie habla de estas hazañas. Qué podría decirse de nosotros. Saltando entre las ramas de la mañana clandestina. Yo tartamudeo la melodía que hace que sepamos la distancia que nos separa. El río se ha llevado las voces de los niños para esparcirlas por la selva y los alto parlantes.



Manto pre-inca.


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