Cuan feliz es el hombre sin delito
El mundo que se olvida
del mundo olvidado
El eterno resplandor de una mente sin recuerdos
Se cumplen
las oraciones y se rechazan los deseos
***
Oh, cariño, seguramente deseabas escuchar un coro de ángeles —¿decepcionado, no?— deseabas entender enloquecidamente, aferrarte a las palabras, epifanías reventando como burbujas en tu sueño erótico más patético, pero cuando escuchaste resquebrajarse la enorme pared del glaciar tuviste miedo, y pronto eras un charco de orín y confusión, temblando, atrapado, cuando todo comenzó a derrumbarse no podías creerlo —¿a dónde se fueron tus ángeles? ¿a dónde sus voces?—
Oh, cariño, el escándalo aún sacude tu corazón, y secretamente te sientes vivo, masticas tu lengua por un morbo nuevo, respiras fuerte, frenético, pequeño, ve a casa —ya lo dije antes: esto es un simulacro, el humo que ves siempre estuvo aquí, nadie nunca apagó el incendio.
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