lunes, 16 de junio de 2025
Luzgardo Medina Egoavil
A tu memoria Luzgardo, feliz cumpleaños!
*
Mi hermano de las sonrisas inacabables, de las mesas repletas de cebada dorada. Recuerdas aquella vez en la Uruguaya, ebrios de tanta alegría cantando con los músicos de Martina Portocarrero. Hermano, hermanito, dulce cervecita, dulce la palabra que atraviesa el corazón, hoy nos tomaremos la noche entera de bar en bar, recordando a los poetas ahogados cuando al regresar de viaje encontraste tu casa cubierta del agua del río detenido, como diría Scorza. Salud hermanito lindo, salud! Las cajas de cerveza desfilan como en un concurso de belleza. Salud Luzgardo Medina, poeta celeste, hoy nos sentaremos nuevamente en la misma mesa con el sonido de tu sonrisa y sin la carga de tu cuerpo.
[...]
Alegoría 13
Yo soy hijo de la noche
Soy hijo de la noche,
el único que ama sin ningún pretexto.
Amo cualquier cosa y a cualquier hora.
Amo todo aquello que se ignora.
Amo a la indiferencia que interroga al pasado.
Amo al perro que ladra cuando pasa una nube.
Amo lo que otros dejan de amar, amo los viejos papeles,
amo las alas del tiempo que vuelan y vuelan por sobre los arrecifes.
Soy hijo de la noche,
el único que lava su sombra en las orillas de todos los atardeceres,
el que jamás bosteza, el que dice adiós por decir.
Amo a los que han fracasado en algo,
al que nunca pudo domesticar con amor a las bestias de su destierro.
Amo al inoportuno que se dice amigo – en el fondo es un mercenario -.
Amo a quien cocina zanahorias de un día para otro casi de memoria.
Amo a quien llora su muerte por adelantado
y se siente un héroe.
Amo al que escribe cartas dentro de las iglesias
o a quien envía señales de humo desde otros reinos.
Amo la inestabilidad de esa mujer
en cuyas manos la soledad es imperceptible.
Soy hijo de la noche,
el mismo que vive sin una moneda en el bolsillo,
el único que se burla de quienes padecen el mal de la melancolía,
el único que suele hacer el amor con la destreza de quienes conspiran algo.
El único que se pasa deglutiendo pedacitos de chancaca y abrazando
a quienes no saben nada del futuro.
Amo las blancas fiestas donde la gitana
- toda cubierta con su follaje marino –
baila sobre las mesas lavadas. Allí abrevan los ancestrales caballos.
Ella: desnuda, ebria, sin nuevos ni gastados remordimientos,
oliendo a sexo y a tierra escarchada repite una y otra vez “no sé quién soy”.
Amo a quien no sabe amar
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario