domingo, 4 de octubre de 2015

Día 23: La memoria de la niebla


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Todas las flores que tatué en tu espalda se han marchitado. Así transcurre el tiempo ajeno a mis demandas y la improbable casualidad de encontrarte al voltear la esquina donde los ángeles son asesinados, Vuelvo al mundo. Al vértigo de esta torre de alta tensión, sobre los rieles de este bólido infernal que me conducen inevitablemente a una imagen borrosa de ti, esto es todo lo que encuentro en este reino de bestias. La canción que se arremolina en mi pecho pierde fidelidad, en este descampado donde los gatos juegan todas las noches y maúllan al dios de las espinas que se erizan en el momento del amor. Vuelvo la vista al cielo y me sumerjo en el día, con todas las dudas que la primavera ha instalado en mi jardín. Grito fuerte un nombre, el nombre que me dieron sin consentimiento, pero esta tarde magnífica prueba mi fugacidad y se solidifica para sostenerme en este momento en el que las mariposas son azotadas contra la pared donde un niño con una fuerza de voluntad inigualable derriba al sol.

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